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Quien siembra bayas, recoge más bayas

Este fin de semana he estado bastante ocupado. Gran parte del tiempo lo he invertido en seguir adelante con la crianza, hasta por fin conseguir criar unos cuantos slowpoke y seel adecuados a mis necesidades.

Admito que los seel que han nacido no tienen la mejor naturaleza para mis fines. Mi intención era criarlos firmes, pero mi suerte con las naturalezas es pésima, así que me conformé con seel cautos. También me va bien, dado que últimamente tiendo a entrenarlos de forma más defensiva.

Tanto tiempo pedaleando alrededor de la ribera me ha llevado a preguntarme por qué, en todo este tiempo, no me he dedicado al cultivo de bayas. Normalmente lo dejo para otros más capaces y dedicados que yo, dado que tiendo a olvidar cuándo tengo que regar qué brote, los tiempos de desarrollo de las plantas, y demás sutilezas de las que no sé nada. Pero ahora que mi vida está algo más tranquila, salvo el repentino brote de crianza y entrenamiento, he decidido aprovechar mis contínuos paseos por la Ruta 7 de Kalos para atender el huerto de bayas.

¡Y me ha cundido! Tan sólo este fin de semana he duplicado la cantidad de algunas de mis bayas.

Empecé, como persona prudente que soy, por bayas que tenía en cantidades ingentes. Es decir, Bayas Meloc. Porque aparentemente son las únicas bayas que he ido recogiendo con cierta asiduidad. O quizás son más propias de Kalos y por eso abundan los Melokeros. Y, cuando vi que tenía tiempo suficiente para cuidarlas como es debido (arrancando las malas hierbas que nacen en ocasiones junto con los brotes de bayas, o ahuyentando a los pokémon salvajes que se sienten atraídos por el aroma de las flores, regando la tierra cuando está seca), me lié la manta a la cabeza y elegí bayas que suelo usar en combate y de las que tengo bien pocas.

Incluso me animé a hacer mi propio compost. Un prodigio de la ciencia, los compostadores que hay en Kalos, el proceso es instantáneo y casi inoloro. Los hice un poco al tuntún, así que no tengo muy claro qué efectos tenían los que hice. Tampoco recuerdo qué abonos conseguí, ahora mismo los nombres se me escapan. Intenté que la hija pequeña de la familia que vive cerca del huerto, que suele ayudarte cuando tienes dudas, me dijera las recetas de abono que son más comunes y qué efectos tienen, pero no conseguí más que un encogimiento de hombros. (En su defensa diré que es muy pequeña y ahora debería estar jugando por el campo, no siendo una ayuda para bayólogos novatillos.)

Dado mi desconocimiento, no pude planificar bien qué bayas planyar juntas. Así, no junté las bayas que crecen a velocidades parecidas y acabé plantando arbustos que crecen y florecen rápido con otros más lentos, y el ir y venir entre la huerta y la guardería fue un poco estresante, teniendo tantas cosas a las que atender a la vez, jajaja.

Todo mereció la pena, porque al final conseguí recoger todas las bayas y acabar con una buena cantidad.

Me ha picado bastante la curiosidad, quizás dedique un poco más de tiempo a aprender sobre las bayas, sus plantas, su maduración, y los distintos tipos de abono. Parece que hay todo un mundo detrás de estas pequeñas frutas.

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